Construir caminos y perfectas veredas en tu cabeza. Vamos a construir un nuevo mapa. Y tu figura monumental no tendrá entonces que usar más disfraces para brillar.
Te miro y tu rostro pequeño tiene un marco de cabello crespo que combina maravillosamente con tu sonrisa.
Ayer lo tenías trenzado en seis líneas rectas que terminaban juntándose en sus puntas al final de tu nuca.
Ese pelo tuyo combina con tus dulces ojos sonrientes cuando cintas de colores son entretejidas en medio de tus trenzas resultando en hermosos cabellos coloridos.
A veces, cuando son muchas, tus trenzas parecen danzar al son de tus saltos y tus carcajadas. Es una danza que sólo tu perfecto cabello es capaz de crear.
Otras veces, adornado con cuentas de colores, se asemeja a una ancestral danza que se mueve con juegos, impulsos, vueltas y piruetas que cuentan historias al compás de tus correrías. Los colores amarrados a tu hermoso cabello, me recuerdan carnavales y comparsas, ritos y leyendas, sincretismos y abuelas. Me hacen recordar historias y religiones de muchos pueblos, como el mío.
Cuando está suelto, me parece una densa selva llena de palmas o un frondoso baobab milenario que asido seguro a la tierra sostiene su copa tupida de ramas que apunta al cielo y no le tiene miedo al sol. Imagino entonces un par de manos negras bajo ese árbol, que es sabio, batiendo tambores que anuncian buenas nuevas para todas las niñas, que como tú, cargan con orgullo ese crespo cabello extraordinario.
Yo voy a enseñarte, hija mía, así como un día aprendí de mi madre y ella de su abuela y su abuela de otra madre, a construir caminos y perfectas veredas en tu cabeza.
Te voy a enseñar, hija de mis entrañas, a diseñar obras de arte, a delinear imágenes y tejer un mundo brillante y lleno de colores en las trenzas de tu cabeza. Y un día, cuando aprendas a peinar tu propio cabello y los cabellos de tus hijas, vamos a construir un nuevo mapa. Construiremos un mundo nuevo en tu cabeza que les permita a todas las niñas negras como tú llevar con orgullo la hermosura de nuestros cabellos.
Yo te prometo hoy, mi pequeña, que tus peinados y los peinados de tus hijas asombrarán al mundo, y tu figura monumental no tendrá entonces que usar más disfraces para brillar.
No blog de Shirley Campbell-Barr, Rotundamente negra.